Revista Pez Linterna (2015)
—Ante tanta diversidad de profesiones, ¿cómo llegas a conectar con la escritura?, ¿era una idea que tenías desde joven?
—La escritura literaria era y ha sido siempre la primera idea, la que soñaba desde niña, la aspiración máxima. Pero para conseguir dedicarme a ello he debido profesionalizarme en ámbitos cercanos como la docencia y la escritura de guiones. Reconozco que ambas tareas me encantan y que me han enseñado mucho.
—¿Prefieres escribir guiones o libros?
—Empecé con los libros y creí ingenuamente que podría escribir guiones para ganarme la vida mientras continuaba con los libros. Craso error. Ambas actividades son incompatibles. Ahora no las simultaneo, las alterno. He descubierto que los guiones me dan fuerza y me conectan al mundo y que los libros me permiten explorar con mucha más intensidad mi propia voz. La literatura, sin duda, es un ejercicio autoral mientras que los guiones constituyen un trabajo de equipo.
—¿Cómo compaginas cine, televisión y literatura?
—Concibo historias y luego decido cuál es el marco y el género adecuados para ellas. A veces las trasvaso, como me sucedió con La Guerra de las Brujas que comenzó siendo una propuesta de película de cine, o como Palabras envenenadas que partía de una sinopsis para una TV Movie.
—La televisión, la mayoría de las veces, es satanizada por la cultura, ¿consideras que ambos mundos pueden sustentarse?, ¿cómo se logra?
—La televisión es un medio audiovisual con posibilidades infinitas. El uso que se haga del mismo por parte de las cadenas, los publicitarios, y los productores no invalida el medio. Yo creo en la televisión puesto que tiene la virtud de penetrar en los hogares y conectar cómodamente con los espectadores. Lamento que su faceta cultural e innovadora esté infrautilizada en España donde predomina un modelo más populista y generalista. En nuestro país solo se juega seguro sobre modelos importados o ya previamente probados. Somos miméticos y poco creativos, aunque confío que esa tendencia se vaya corrigiendo.
Actualmente la renovación de la dramaturgia y la narrativa audiovisual se está produciendo en la televisión americana. Las series de culto estan sustiyendo al cine de autor. ¿Quien dijo que la televisión era basura?
—Series de televisión como Skins, Física o química, El barco o Pulseras rojas, por citar solo algunas, ¿son representaciones válidas del joven actual?, ¿crees que exista un espacio que conecte de igual manera con el adolescente dentro del mundo literario que va dirigido a ellos?
—Las series citadas son modelos muy diferentes. Algunos jóvenes considerarán que Pulseras rojas es ñoña o que Skins es demasiado atrevida, por eso hay ofertas variadas y espectadores para todos los gustos. Los jóvenes pertenecen a una misma franja de edad, pero no son miméticos, tienen ideas políticas diferentes, gustos estéticos y musicales diferentes, procedencias y hablas diferentes y pertenecen a clases sociales diferentes. No se puede pretender reducir la “juventud” a una única tendencia. En literatura ocurre lo mismo, cada autor ofrece su particular visión del mundo y los jóvenes conectan con sus autores en función de sus gustos.
—Logras salir del fenómeno de la trilogía fantástica La guerra de las brujas, para adentrarte en el crudo policial que significa Palabras envenenadas, ¿cómo te tratan tus lectores al dar un salto tan violento de la fantasía a la realidad?
—Se ha dado el curioso fenómeno de que algunos lectores han crecido durante esa transición y aceptan el cambio de buena gana. Si leyeron La guerra de las brujas con catorce años y Palabras envenenadas con dieciseis se sienten recompensados por esa novela más adulta, más reflexiva. Los fanáticos de la literatura fantástica ya no se prestan a leer nada fuera de la fantasy. Son los menos.
—¿Cómo te sentiste al recibir el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil el año pasado?, ¿te lo esperabas?
—Recompensada y reconocida. Recompensada por haber premiado un libro diferente y atrevido. Reconocida por haber premiado una dedicación de 25 años a la literatura infantil y juvenil. El Premio nacional aúna ambas cosas, un libro y una trayectoria. Reconozco que ha sido un gran espaldarazo y que me llena de orgullo.
—¿Has renunciado a temas como el humor y la infancia de tu obra primigenia? ¿O sientes más bien una evolución?
—En absoluto. No solamente no he renunciado sino que mis libros más recientes publicados a lo largo del 2011 y 2012 corresponden a una serie infantil/juvenil humorística, desenfadada e ilustrada en forma de cómic por Agustín Comotto. Víctor Yubacuto, un personaje de once años transgresor y algo gamberro se inscribe en el estilo de mis primeros libros que rescaté en el 2002 con ¿Quieres ser el novio de mi hermana? Mis Víctor ( Víctor y los vampiros, Víctor y los romanos, Víctor y los duendes) están escritos desde la óptica de un humor esperpéntico y costumbrista que disecciona inmisericordemente la infanci y sus mundos adyacentes –familia, escuela, amigos-. La escritura de “Víctor” son mi píldora semestral de optimismo. Me encanta el humor y la infancia.
—¿Cómo crees que la crisis actualmente pueda afectar a la experiencia de la lectura?
—A grandes males grandes remedios. Las situaciones difíciles agudizan el ingenio. Tal vez sea la ocasión para la lectura digital o para lecturas compartidas o para experiencias novedosas. Lo que no creo es que la gente deje de leer a causa de la crisis. Leer posibilita soñar y escapar de nuestra cotidianeidad insufrible. Un buen remedio a nuestos males.
—Danos tu opinión sobre el fenómeno de blogueros adolescentes que critican y comentan la producción editorial que va dirigida hacia ellos. ¿Sus opiniones se pueden legitimar en un espacio tan efímero como la red?
—Es un tema controvertido que ha sido objeto de polémica en más de un encuentro con autores. Si bien me parece excelente que los jóvenes tomen la iniciativa de recomendar libros de su gusto a sus amigos y amigas de la red, hay algunos –los menos- que sin poseer conocimientos suficientes sobrepasan su grupo de conocidos y adquieren una dimensión pública excesiva pontificando con faltas de ortografía y sin argumentos sobre libros que no comprenden.
Hay blogueros universitarios, cultos, estupendos lectores y tan válidos como los críticos literarios de cualquier publicación impresa. Lo peligroso es la excesiva juventud e inexperiencia de algunos y el trato de favor que se les da sin merecerlo. Debería publicarse siempre el currículum del bloguero como garantía de honestidad y trayectoria.
Algunos autores consideran que las editoriales son las causantes del fenómeno puesto que regalan libros y difunden los comentarios de los jovencísimos blogueros.
Yo soy poco intervencionista y me siento atraída por el fenómeno. Creo que la misma red regula esas excesivas ofertas y equilibra las demandas. No es necesaria ni la censura ni la represión, aunque si alguien se siente ofendido la red le permite el derecho de réplica. Esa es la grandeza de la democracia y de la libertad de expresión.
—¿Cuáles son tus manías básicas a la hora de escribir?
—El silencio y el aislamiento. Me gusta escribir sola y sin ruidos. No pido demasiado.
—¿Cómo logras mantenerte actualizada sin perder la trascendencia en la escritura?
—Me actualizan mis hijos, mis lectores, la red y la realidad circundante. No desconecto jamás del mundo y, si bien he sentido deseos de hacerlo, creo que es un gran error.
—¿Qué planes tienes para el futuro?
—Estoy adaptando para guión Palabras envenenadas, tengo ya dispuestos dos libros de Víctor para ser escritos próximamente y una idea de novela que planea desde hace dos meses y que si puedo concretaré este verano. En febrero saldrá finalmente una novela para adultos en Espasa Calpe titulada El fruto del baobab. Sinceramente, creo que mis jóvenes lectores tambien podrán leerla.
Conversaciones minúsculas: (preguntas muy breves que se responden de igual forma)
1. ¿Una palabra?
Experimentar.
2. ¿Una verdad?
Todos moriremos.
3. ¿Un animal en el que metamorfosearse?
Un delfín.
4. ¿Un libro de tu adolescencia?
Cien años de soledad (Gabriel García Márquez)
5. ¿Un guión?
El verdugo. (Rafael Azcona)
6. ¿La antropología?
Harris, el maestro de la divulgación.
7. ¿Y la educación?
Clausurar las aulas del siglo XIX.
8. ¿Anaíd, Selene o Demeter?
Selene.
9. ¿Una escena?
El padrino. La cabeza de caballo en la cama. (La aspiración de todo guionista).
10. ¿Una canción?
Brown eyed girl. (Van Morrison)
11. Si dentro de tres días se acabara el mundo...
Pasar esos tres días con los míos gozando y riendo.
(Freddy Gonçalves Da Silva: PezLinterna, 2015)