Primers poemaris (1964-67)
DE LA SOLEDAD PRIMERA
No nos ha sorprendido la alta calidad poética de este libro con el cual la joven poetisa manlleuense estrena su voz.
Conocíamos ya bastantes poemas suyos y preveíamos su incorporación a la joven poesía aportando un grado de madurez poco frecuente en una primera obra.
Con un acento auténticamente generacional, desprovisto de tópicos, nos llega su palabra vibrante, que cobra vida después de un profundo recorrido interior, del cual emerge una gran parte de la problemática actual que la autora se plantea con valentía. [...]
Josefa Contijoch entiende la poesía no como un juego exquisito o un fin en sí misma, sino como vehículo de expresión intelectual con el cual intenta ponerse en íntima comunicación con sus semejantes.
(Armand Quintana. Inquietud, maig de 1964)
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La poesía de Josefa Contijoch es triste, a veces hiriente, pero siempre atractiva, verdadera. La juventud de hoy, alguna vez lo he escrito, siente sobre sí la amargura de ser una generación desoída, mejor aún: desorientada.
(Juan Van-Halen. "Notas de un observador", Semanario Escurialense , 13 de juny de 1964)
Josefa Contijoch es muy joven, y éste es su primer libro de versos. Por esto, la primera impresión, al hojear sus breves páginas, ha sido de profundo asombro. Porque la juventud se advierte, sí, en el hálito de sinceridad, de ingenuidad, de honradez, que respiran todas las composiciones. […] Todo su libro es un lamento que le arranca la fugacidad del tiempo, pero –y esto es lo más notable–, no es el lamento desgarrado, rebelde y vital propio de los "veintitrés años creciéndole en el pecho", sino el quejido dulce y, sobre todo, resignado, que sólo puede nacer de una reflexión profunda y prolongada.
(J. Ferrer Aleu. Siluetas, juliol de 1965)
A nosotros nos basta con haber encontrado una voz finísima, llena de delicadezas y sutilidades, que nos hace penetrar en el alma femenina de la poetisa para crear, ante nuestro asombro, muchos ideales que tienen muy poco que ver con el mundo de todos. [...]
He aquí una voz llena de pureza a la que no le importa lo que hoy puedan decir los dogmáticos de la poesía concreta, social y de cada afán. Aquí sólo hay pura sutilidad espiritual. Miedo al tiempo, timidez por la resonancia de la voz; esto es, pureza femenina, delicadeza, encanto.
Sin embargo, a Josefa Contijoch le gusta hablar, formular, como una sentencia o un aviso, su verso; vemos en ella tendencia a universalizar su propia intimidad [...]
Veinticuatro poemas breves, escritos en libertad de expresión y medida, componen este primer libro de Josefa Contijoch. Una sola nota le ha bastado para escribir los versos de su soledad y llegar con ellos a conmover una sola fibra, acaso, del lector.
(Luis López Anglada. El Español, 19 de setembre de 1964)
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AQUELLO QUE HE VISTO
Cada libro que recibimos de Josefa Contijoch nos afianza en la idea de que en sus versos hay una honda sensibilidad poética de una mujer que ha acertado con un camino no muy común entre los jóvenes escritores. Josefa Contijoch llena sus poemas de sincera claridad. Nos habla de lo que le rodea, de todo aquello que es digno, por un instante, de que los ojos se posen en ello para llevar al corazón un sentimiento noble de tristeza o de solidaria humana. Nos estamos resistiendo a calificar de «social» esta poesía de Josefa Contijoch porque, debido al mal uso que de esta palabra se viene haciendo, parece que un poema «social» ha de ser una especie de proclama demagógica donde hay acusación, denuncia, política y muchas más cosas, menos poesía. Sin embargo, nada más lleno de sentido social y de caridad cristiana con estos versos de Josefa Contijoch, nacidos de la piedad y la tristeza que le causa ver una mujer llorando, o un hombre triste. Nada más lleno de sentido social que esa desgarrada oración pidiendo fe cuando la poetisa se siente única a todos los hombres en su red de verdad y de esperanza.
Toda la poesía de este libro está impregnada de un melancólico lamento, de un «dolorido sentir», que no precisa vestirse con los difíciles moldes garcilasianos, sino que se deja influir mansamente, en verso sin rima y libres de medida, pero cortados con musical aliento que nos va contagiando su lírica tristeza.
(Luis López Anglada. El Español, 7 d'agost de 1965)
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TOMBSTONE BLUES
Se trata de un breve cuardeno a ciclostyl que reúne varios poemas de la joven poeta catalana. Tombstone Blues es el título de una canción de Bob Dylan, que sirve, asimismo, de título al último poema de la entrega. Josefa Contijoch ha entrado en una nueva etapa de su creación. Ensaya ahora la poesía social en su última variante, que no es ya la del realismo directo, sino una amalgama de prosaísmo y culturalismo, en conjunción de mucho efecto, deliberadamente caótica, a la manera de Félix Grande o José Miguel Ullán.
(F. Umbral. Poesía Española, núm. 193, març de 1968)