Revista El Templo de las Mil Puertas (2012)
—¿Qué relevancia ha tenido este premio en tu carrera literaria?
—Más de la que creía. Es un Premio casi nobiliario. Me ha sorprendido que sea tan reconocido y reverenciado. Somos un país peculiar.
—Cómo fue la ceremonia de entrega del premio?
—Tardía y algo aburrida, aunque en mi caso supuso una pequeña aventura puesto que mi tiía noctagenaria y mi padre octagenario quisieron acompañarme sí o si desde Barcelona . (Imaginad lo que queráis. La realidad siempre supera a la ficción).
La ceremonía en sí fue un acto protocolario y soso. Nos empaquetaron a los premiados del 2011 junto con los del 2012 en el Palacio del Pardo y tras cuatro discursos de conveniencia los principes de Asturias se remangaron y comenzaron a entregar premios a destajo durante casi una hora. El entorno y la realeza, que os voy a explicar, tenía su morbo. Por lo de las fotos y la gala. Los premiados, esos sí, íbamos de punta en blanco. Hasta Laura Galllego estrenó vestido.
—¿Ayuda el Premio Nacional LIJ en la promoción y traducción de tu obra en otros países?
—Me han invitado a algunas ferias Internacionales por ese motivo, aunque no puedo asegurar que influya en las traducciones (las editoriales se mueven por intereses más comerciales). Una obra con Premio Nacional se difunde mejor porque el Ministerio de Cultura se ocupa de hacerla llegar al exterior: Institutos Cervantes, Bibliotecas Nacionales, Ferias…
—¿Crees que debería haber una diferencia entre literatura infantil y literatura juvenil en este premio?
—Sí. Rotundamente sí. De hecho ya se propuso en la convocatoria anterior. Se valoran virtudes muy diferentes y premiar consecutivamente a una franja de edad en detrimento de la otra comporta un agravio comparativo.
—El premio Cervantes Chico se otorga a la trayectoria de un escritor. El Premio Nacional LIJ, en cambio, es al mejor libro publicado. ¿Creías que tu libro podía ser premiado con este galardón? ¿Crees que le han dado el premio a tu mejor libro?
—Pues humildemente sí. Estoy muy contenta de que se le haya concedido a Palabras envenenadas. Es una obra digna, que convence a los lectores y de la cual me siento orgullosa.
—¿Qué libros juveniles que no han ganado este premio crees que se lo merecerían?
—La lista sería interminable. Por citar alguno entre centenares: Bitllet d’anada i tornada de Gemma Lienas, o El síndrome de Mozart de Gonzalo Moure, o Las lágrimas de Shiva de César Mallorquí, o Ojo de nube de Ricardo Gómez. Este año quedó a las puertas La noche más oscura de Ana Alcolea, un libro excelente tambien. Cada año se publican un montón de libros interesantes y merecedores del Premio, pero sólo puede ganar uno. Ese es el juego.
—Tras ganar del premio, formas parte del jurado los dos años siguientes. No sabemos cuánto puedes desvelar del funcionamiento del jurado y las votaciones, pero nos gustaría que nos contaras un poco sobre ello. ¿Cómo se organiza el jurado para seleccionar y leer las novelas que valoran? ¿Se leen entre todos todas las novelas publicadas el año anterior? ¿Cuántas novelas llegan a la ronda final?
—El año anterior que formé parte del jurado el sistema fue el siguiente. El jurado era paritario y compuesto por personas provinentes de todas las autonomías y sectores: bibliotecas, editorales, academias de la lengua, etc. Completaban dos autores ganadores de los años inmediatamente anteriores y dos personas del Ministerio.
Se propusieron dos libros por cada miembro del jurado. Los leímos todos siempre y cuando nos diera tiempo. (Hubo títulos propuestos la última semana que casi nadie pudo adquirir).
Comenzamos las votaciones con cinco votos por persona y fuímos reduciendo un voto en cada votación y eliminando sucesivamente a los menos votados. Cuando quedaban seis títulos detuvimos las votaciones y charlamos sobre los libros finalistas posicionándonos y defendiendo nuestros criterios. Continuaron las votaciones hasta llegar a dos libros que quedaron empatados. Volvimos a una ronda de intervenciones y hubo una última votación definitiva. El procedicmiento fue exquisitamente democrático y participativo.
—¿Hay algún criterio que el jurado debe valorar en las obras finalistas? ¿Alguna característica que debe cumplir el libro ganador?
—No hay ningun critrio establecido a priori. El jurado defiende la calidad del libro y su idoneidad para los lectores niños o jóvenes. Son muchas miradas diferentes y subjetivas que suman. Nada más.
—Si consideras que hay algún dato o aspecto por el que no te he preguntado, pero crees que puede ser interesante para el reportaje, por favor, no dudes en escribirlo también
—Quiero añadir que me sorprendió la transparencia y la frescura del jurado. No había ningun miembro que hubiese estado en la edición anterior excepto el autor del año 2010. Para todos era nuestra “primera vez” y nos tomamos muy en serio nuestro cometido. Surgió el debate. Se planteó un dilema sobre libro infantil o juvenil y se pidió a la subdirección que en años siguientes se premiase a las dos categorías por separado o bien alternase cada dos años una modalidad.
(El Templo de las Mil Puertas, 2012)