2. VALLÉS, E.: "Los mitos me sirven para huir de los excesos de sentimentalidad", Diario de Mallorca, 2008. (En castellà)
"Miquel Cardell es una máquina constructora de ironías. Este poeta y periodista radiofónico se queja de que en la profesión nos hemos convertido en "funcionarios de ruedas de prensa". Así, valiente, a bocajarro, suelta que no le importa que no le lean: "Es más, creo que mis mejores amigos no lo hacen, ¿y qué más da?". Cuenta, mientras habla de su nuevo poemario Les terrasses d'Avalon (Moll), que la simpatía humana tiene sus límites: "Es más fácil tratar con paisajes que con la mayoría de personas".
—¿Escribe Miquel Cardell para buscarse, hacerse, decirse y escribirse?
—Lo único que posee el individuo humano es nuestro yo. Es el laboratorio de partida para conocer algo más después. Investigar sobre uno mismo es investigar sobre el ser humano.
—Entonces, la poesía es un método de conocimiento.
—Sí. Es una búsqueda de la verdad o de una construcción de la verdad que tiene que ver con la subjetividad del individuo.
—En varios poemas expresa la dificultad para encontrar las palabras que atestiguen esa subjetividad de la que habla.
—Sí. Lo que pasa es que muchas veces las palabras te encuentran a ti.
—¿Es usted siempre poeta?
—No. Uno es poeta a temporadas, cuando ejerce. El silencio te permite poner orden a las ideas. Yo soy feliz a temporadas sin un átomo de poesía.
—De su primer libro, Tebeo, a éste, se rastrean los mismos motivos: tabaco, camareros, palmeras, mar...
—Parto siempre de dos realidades inmediatas para escribir. En primer lugar, tengo el discurso de mi entorno, que está cerca del mar y en él hay palmeras. Y también el paisaje que contemplo cuando voy conduciendo, que es el mejor momento del día para mí. Soy un gran asimilador de paisajes. Para mí es más fácil tratar con paisajes que con la mayoría de personas.
—Otra realidad de la que parte son los mitos. En este caso, de la materia de Bretaña.
—Sí. El mundo de los mitos lo utilizo como máscara. Los uso para huir de los excesos sentimentales. Te ayudan a llegar a lo universal, a aquello que une al escritor con el lector. Además, son un elemento de ficción en sí mismos que narrativizan el poema.
—¿Qué se ve, qué se divisa desde Les terrasses d'Avalon?
—Avalon tendría la forma de Mallorca porque el poeta que escribe es quien la ve. En realidad, Avalon representa el estado de espera. Avalon era aquel lugar en el que Rey Arturo se quedó aguardando para poder volver a su tierra. Está allí con el resto de caballeros que le acompañan, quienes se ilusionan a su vez con vivir una gran épica.
—Hay también una referencia musical en el libro, los ritmos de Kodo.
—Me pasó el cedé Joan Valent. Es un grupo japonés que se mueve entre la tradición y la vanguardia. Después de escucharles, su música seguía sonando en mí, me dejó colocado. Y entonces escribí un poema.
—El tic-tac del reloj repiquetea como la lluvia en los cristales de sus versos.
—Sí. Los humanos están hechos de tiempo. La vida fluye.
—Ut musica poesis
—El elemento musical en la poesía es muy importante para mí. Algunos de mis poemas los concibo como solos de saxo, otros como una rapsodia. Un poema básicamente provoca una experiencia en el lector. Debe mover o alterar mínimamente al lector. Y en este cometido todo vale.
—Poesía de adjetivos, la suya, que se torna desnuda.
—Sí. En estos momentos, me esmero mucho más en el trabajo de eliminación que en el de adición.
—¿Alguna idea disparatada y confesable de escribir poesía?
—He tenido muchas. Siempre he querido hacer un libro de poemas sobre letras pop. Es decir, escribir un volumen de pop art.
—Parece tan humilde y normal.
—La mayoría de mis amigos no me han leído nunca. El elitismo no sirve para nada. En esta vida, mi objetivo es vivir bien.
—¿Es un poeta alguien más intuitivo que los demás?
—Creo que la poesía te entrena la mirada. El estilo artístico es un equilibrio entre establecer un código para después romperlo y así continuar. El poeta es un especialista en esto. No es menos intuitiva una mujer que hace buenas panades que un poeta.
—No parece que es del club de los que piensan que la literatura puede cambiar el mundo.
—No. Antes puede que sí. El mundo lo cambian las aspirinas y la locomotora.
—¿Qué guarda en el cajón?
—Un libro sobre mi heterónimo, Narcís Cànem, que tiene 20 años más que yo. Este tipo se dedica a hacer bandas sonoras para películas porno. Es un personaje que tiene fuertes contradicciones estéticas, personales y literarias. No hace un drama de nada.
—¡Vivan las subvenciones!
—No. Desmontar el sistema de subvenciones obliga a espabilarse muchas veces. En el caso del catalán es brutal. Yo siempre digo: Escribe en catalán y veamos después qué dices. ¡Bendita sea la hora en que no nos podemos comprar un Mercedes con la poesía!
(M. Elena Vallés. "Los mitos me sirven para huir de los excesos de sentimentalidad", Diario de Mallorca, 15 de juny del 2008)