Entrevista amb Josep Maria Espinàs
Acaba de aparecer la Obra de Pere Quart (de Fontanella), extenso volumen que recoge los libros ya publicados y algunos poemas inéditos del escritor que firma con aquel seudónimo. Como todo el mundo sabe, ese escritor es Joan Oliver. El extraordinario interés de todos los libros de Pere Quart desde sus primeras e inolvidables Decapitacions hasta Vacances pagades, convierten este volumen en una piza única en la biografía poética catalana.
—El contenido de este libro señala una evolución...Les decapitacions escritas en 1927 y aparecidas en 1934, hasta una docena de poemas inéditos de estos últimos años. No son muchos. Puedo decir que mis breves colecciones líricas se han producido cada diez años aproximadamente, en "febradas" intensas de poca duración. Los intervalos se llenaron con los ocios inquietos o meditativos de mis "buenos" tiempos, y luego con la inseguridad material y los míseros afanes de unos años de derrota, lejanía y difícil revalidación. En cuanto a la línea histórica de mi poesía, diré que hoy me parece sinuosa o curva, pero no quebrada. En la nota que encabeza mi antología del año 1949 afirmaba que el humorismo primerizo de Pere Quart era una forma enmascarada de la lucha del poeta contra sus ideas negras y su angustia, contra la injusticia y el pecado. Y en las palabras que cierran el libro de hoy, el autor dice preferir a la paz corrompida de un orden sin justicia el desorden creador y la inquietud esperanzada. En el fondo no hay ruptura, o así me lo parece.
—Los versos de circunstancias...
—Sí, he escrito muchos versos de circunstancias. Pero ahora me doy cuenta de que todos mis versos son de circunstancias. Vivimos sumidos en ellas, y ellas mueven en el poeta lo que durante tanto tiempo se llamó inspiración. Padecemos las circunstancias y tratamos de agrietarlas como tarea previa a su demolición.
—¿Reconoce Pere Quart la intención demoledora de sus versos?
—Pere Quart ha ido resbalando naturalmente por el tobogán del realismo. ¿En seguimiento de una moda? Creo sinceramente que no. Siempre detesté las abstracciones, los símbolos, los mitos. Durante siglos, la poesía se aplicó muy bellamente a la creación de mitos, inclusive la llamada poesía revolucionaria moderna. Yo en cambio busco irrefrenablemente lo concreto y lo claro. Observo que la 'poesía' ha caído en manos de los pintores, de los escultores y de los músicos. El nuevo poeta utiliza palabras inteligibles y sencillas, busca la comunicación. "Hablando se entiende la gente".
—Acaba de publicar un libro de prosa: Biografia de Lot.
—Mis entrañables y tremendos amigos y sitiadores —el crítico, el colega, el editor— tras la capitulación de la plaza entraron a saco y se llevaron también, precipitadamente, el magro botín de buena parte de mis prosas. Con ellas pergeñaron un libro del cual yo mismo digo que carece de unidad; sin embargo no vacilo en reconocer esas piezas como hijas mías naturales, y al decir naturales quiero decir ¡precisamente! legítimas...
—En cuanto al teatro...
—A muchos de mis compatriotas les ocurrirá lo mismo: la palabra teatro posee la negra virtud de entristecerme y desazonarme. Puedo declarar sin inmodestia que el teatro es mi gran vocación. Soy un dramaturgo frustrado, fracaso que atribuyo tal vez por comodidad a causas extrañas y superiores. Las penúltimas y últimas aventuras vividas en los escenarios me han dolido sobremanera. Casi todo me parece lamentable, erróneo y a veces torpe. Que me perdonen mi querido entrevistador y los lectores, pero no puedo callarme mi opinión acerca de ciertos mecenazgos inútilmente generosos hasta ahora. Una cosa es cierta: la obra más urgente y eficaz entre las posibles en favor de la lengua es, hoy por hoy, la institución sólida y permanente de una escena catalana digna y bien dirigida en Barcelona. No ignoro que en estos momentos se está preparando una temporada con garantías y buenos propósitos: sus promotores merecen toda suerte de apoyos. Pero debemos alimentar nuestro teatro con traducciones de buenas obras de hoy y con obras originales también de hoy. Para la obtención de estas últimas es preciso fomentar la vocación dramática entre nuestros novelistas, narradores y poetas, sobre todo entre los jóvenes. Hay que renovar las cosas desde la raíz. Necesitamos obras con intención, obras social, estética y éticamente audaces. Pensemos, si no en otra cosa, en la competencia. El teatro es 'además' un negocio. Perdonadme, pero no callaría nunca.
(Josep Maria Espinàs. Fragment de l'entrevista "Entre Joan Oliver y Pere Quart", Destino, núm. 1348, 8 de juny de 1963)