La naturaleza en Mariàngela Vilallonga
No debe creerse, pese a todo, que Els arbres tengan el más leve resabio de capricho libresco o de producción de gabinete. Todo lo contrario. Pocas prosas artísticas habrá tan ricas de emoción y función vital. La muchedumbre de evocaciones literarias artísticas, relacionadas con los árboles, queda siempre sometida a la pasión personal e inmediata de Mariángela Vilallonga. ¿Cómo consigue ella librarse de tal dominio para llegar así, directamente, al alma del lector? El único secreto nos lo descubren sus mismas palabras previas: "M'agraden molt els arbres, les flors i la natura i en aquesta ocasió em serviran de pretext per traslladar al paper un seguit de vivències personals i molt subjectives". Poseemos aquí, por tanto, el resultado de sus ardientes lecturas, desde la infancia hasta la juventud, en el libro vivo de la naturaleza.
De aquí que sus árboles, arbustos y plantas sean los que todos conocemos en nuestras tierras y montañas; hay la única excepción del árbol de la mirra, cargado de tradiciones, gratas o repelentes, entre los clásicos. Desde luego, no ha abrigado Mariángela Vilallonga la intención de completar ningún catálogo botánico. Su libro Els arbres, sugestivamente ilustrado por Narcís Comadira, recoge las veintiséis colaboraciones consecutivas que publicó en la revista Presència desde el 14 de octubre de 1984 hasta el 14 de abril del año siguiente. Es alentador para todos que, en unos tiempos de tecnología avasalladora, la literatura, el arte, la mitología y la contemplación de la naturaleza, sabiamente combinadas, logren producir este equipaje simbólico de valores, "l'únic que ens acompanyarà tota la vida".
(Miquel Dolç. "La naturaleza en Mariàngela Vilallonga", La Vanguardia, 14 d'agost del 1986, p. 24)