Comentaris d'obra
(...) María Verger, mallorquina, mece en el empuje gracioso y eurítmico de su verso, aquel rastro flúido y aquella limpidez líquida y fragante de los poetas de su escuela y de su isla. Asimismo, dentro de esta tradición, María Verger es la primera autora de su país que nos da un contenido verdaderamente pasional y subjetivo... La lírica de María Verger nos recordaría el colorido sentimental de Andrés Chénier por la forma de su emotividad y por la simplicidad de sus líneas verbales.
(Periòdic E.M. del 1930, recollit a Ballester, M: Maria Verger, artículos y juicios críticos sobre su obra literaria. Barcelona: N.A.G.S.A, 1944, p. 10)
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Maria Verger es la poetisa de la exquisitez. Las circunstancias de la vida, tan crueles a veces, han dejado las huellas en la obra de esta delicada poetisa; por eso advertimos en muchas de sus poesías atisbos elegíacos, pero nunca bajo ningún concepto dejan de ser dulces quejidos y lágrimas brotadas en lo más hondo del corazón que al pasar por el tamiz del sentimiento, han sido modeladas por el numen soberbio de la artista y plasmados en versos de sonoridades esplendentes... Pero nuestra poetisa no es elegíaca por temperamento; lleva en el fondo del alma el murmullo arrodallor del prodigioso mar latino, la poesía desbordante de la Isla de Oro, en la que se meció su cuna y se deslizó su niñez. Por eso cuando María Verger recuerda su infancia, sus versos ríen con una risa sencilla, conmovedora... Y surge entonces la María Verger auténtica, apartada por unos momentos de las crueles luchas de la vida, y ríe en la luz del sol, y canta con las aves canoras, y como la mariposa de irisaciones prodigiosas, emprende el vuelo hacia las próvidas regiones del ideal.
(D. de Bellmunt: "Interviú en L. R." del 1934, recollit a Ballester, M: Maria Verger, artículos y juicios críticos sobre su obra literaria. Barcelona: N.A.G.S.A, 1944, p. 19)