Manchuria y el imperialismo
Son muy escasos los datos que se poseen sobre la Manchuria primitiva, y aun los que existen son extraordinariamente confusos y poco fidedignos. Entre los investigadores no existe unanimidad con respecto a la procedencia de los manchúes y de la época en que hicieron su aparición en el territorio. Se sabe que hasta el siglo XVII de nuestra era, Manchuria estaba formada por un gran número de tribus sin ninguna conexión entre sí. El desarrollo del comercio y la presión militar de China estimularon la unificación del país, y, en 1644, la camarilla guerrera y feudal que dirigía los destinos del mismo, atendiendo a los requerimientos del gobierno de Pekín, asustado ante los avances de la insurrección campesina, mandó fuerzas a la capital china, se apoderó de la misma y estableció la dominación manchúe en el imperio. A consecuencia de ello, la población del Estado manchú disminuyó considerablemente y los campesinos chinos fueron convertidos por la nueva camarilla dirigente en verdaderos esclavos o en siervos.
En los mismos años en que surgía el Estado Manchú, los rusos, atraídos por las riquezas del país, hacían incursiones en el territorio, lo cual determinaba frecuentes colisiones armadas. Las negociaciones entabladas con el emperador de China, con objeto de delimitar las fronteras del Extremo Oriente, no condujeron, durante mucho tiempo, a ningún resultado. En 1678 se firmó, al fin, el primer tratado. Los rusos cedieron a todas la pretensiones fundamentales de los chinos. Se fijó la frontera, la cuenca del río Amur quedó en poder de China, los rusos fueron arrojados de Manchuria, y esta situación se prolongó durante más de ciento cincuenta años. Fué ya en la segunda mitad del siglo XIX que se efectuaron las modificaciones esenciales de las fronteras. En aquella época, el capital comercial ruso, cada vez más floreciente, buscaba ávidamente nuevos territorios para su expansión. Los rusos aparecieron nuevamente en el Amur, fundaron ciudades y aldeas, establecieron puntos fortificados. Como mercado, la región del Amur no tenía una importancia muy considerable, pero abría el acceso a los mercados chino y japonés, que ofrecían posibilidades inmensas.
(Del llibre Manchuria y el imperialismo. València: Cuadernos de Cultura LI, 1932, p. 5-6)