Entrevistes
—Usted ha escrito Ruta destroyer y ha sido premiado en muchas estaciones de la ruta de los premios literarios (Puçol, Picassent, Altea, Valldigna, Andorra...). Es ése un paso ineludible?
— Eso anima mucho.
—Cursó estudios de cinematografía. ¿Hasta qué punto esa incursión ha condicionado su lenguaje literario?
—Estoy muy influido por el cine. Mis obras tienen una escaleta de estructura cinematográfica, sobre la que cada lector puede construir su andamiage. Mis comienzos estuvieron ligados a este mundo, al que llegué a través de un paisano mío, Manuel Torres, y en el que tuve la suerte de conocer a Luis Buñuel. Si no hubiese imágenes, me sería imposible escribir. A través de los planos busco la metáfora justa, el adjetivo preciso.
—Las secciones de sucesos son muy sugerentes para la novela negra. El descuartizador de Picassent podría protagonizar alguno de sus relatos.
—Fácilmente. Como suele decirse, en ocasiones la realidad supera a la ficción. Ves El silencio de los corderos y al cabo de un tiempo el caníbal de Rostow supera al personaje de Hopkins. Alguien dijo que todas las mañanas leía la prensa porque ahí aparecen muchos guiones. Yo, no obstante, no me inspiro en la sección de sucesos. Sugerentes, desde luego. Si yo cuento que han robado los restos de un cadáver y piden 50 millones a la familia por devolverlos, el lector pensaría que es imposible por rebuscado. Pero Cortázar decía que el límite entre lo cotidiano y lo fantástico es impreciso.
—Esa normalidad, las situaciones más cotidianas, es lo que usted subvierte.
—En cierta manera, sí. Trato de presentar la paradoja de la normalidad. Saco punta a las situaciones extrañas que se pueden producir entre la cotidianidad más absoluta.
—El factor sorpresa tiene mucho peso en su literatura.
—Por supuesto, y especialmente en el relato corto. Hemingway dijo que si hacemos un símil boxístico entre novela y cuento breve, mientras en el segundo se debía ganar por K. o., en la novela se podía ganar muy bien a los puntos. Una narración de cinco folios ha de enganchar desde la primera página. Me gusta jugar con la dualidad y acabar sorprendiendo, pero dentro de una lógica. El doble sentido, la segunda lectura del cuento es fundamental, pero dentro de lo creíble. En el cuento corto se ha de ser preciso, pero has de dar opción a que cada cual haga su lectura.
—En algún prólogo se afirma que sus finales son redondos. ¿Dónde está la puerta abierta para que el lector escriba su To be continued?
—Mis novelas siempre dejan una puerta abierta dentro de lo que se puede considerar un final redondo. En Silenci... es grava, por ejemplo, un chaval me descubrió un final que nunca hubiese interpretado así.
—Paro, sida, 3.000 candidatos para cien plazas...eso es periodismo. ¿No le preocupa que con esos temas las nuevas generaciones no sintonicen con sus obras en unos años?
—No, pero, en todo caso, ése es un riesgo que asumo. La cuestión de las plazas estará siempre ahí, igual de crudo para los opositores. ¿El sida? Si un día se erradicará, llegará otra enfermedad que concentrará el miedo que llevamos encima. Esa incertidumbre que envuelve al hombre es la que pretendo reflejar, a través del retrato de cualquier aspecto en el que se manifieste. Las historias psicológicas son las que te marcan. Edgar Alan Poe, eso es literatura. A mí no me dice nada el que me aparezca un monstruo sin más; no creo que esa formula sea válida en literatura.
—El joven Joan Marc, el protagonista de No mireu per l’ull del pany; fracasa en las oposiciones de abogado y acaba prostituyéndose. ¿Es el único final posible para la llamada Generación X?
—Para todos. La gran mayoría se prostituye, nos prostituimos, en el momento que bajamos unos peldaños en nuestras pretensiones. Joan Marc existe por millares: un tipo sin escrúpulos que se compara con un amigo al que pretende emular, cegado por el dinero, etc.
—60.000 ejemplares de Gràcies per la propina vendidos, la traducción al castellano. El fenómeno Ferran Torrent es un caso aislado?
—Ferran Torrent ha tenido el gran mérito de pegarle una patada a la puerta del mercado catalán y abrirse camino. ¿Vivir de la literatura? Yo me atrevo a dar una conferencia literaria en un instituto y decir: "Dadme lo que queráis, si pensaís que me he ganado el jornal". De paso, vendes 200 o 100 libros, los que sean. Es una vía magnífica que se está explotando en Europa y América del sur. Aquí se tiene miedo, ¿a qué? Si el editor se ha gastado su dinero e invierte y te paga, a ti te interesa promocionar y el mejor promotor de un libro es un autor.
—¿El mero hecho de escribir en valenciano es ya una actitud militante?
—Escribo en valenciano porque es como mejor me expreso; es lo más coherente y natural.
—Utiliza una variedad muy dialectal.
—Es verdad, pero nunca me han tocado ni una coma.
(Francesc Arabí. "Subvierto la normalidad sacando punta a las situaciones más extrañas que presenta", Levante. "Cultura”, 18 de juliol de 1995)