—Su última entrega recién editada por Columna, es Artemísia, una novela breve donde se fusionan dos de sus obsesiones: el arte y el mundo griego, concretamente la isla de Mitilene, en el Egeo. La música, la pintura y unos paisajes de gran belleza aparecen con fuerza en su libro. Qué importancia le concede a la plasticidad en un relato?
—Es importante. En este caso, me sentí fascinada por la luz de la isla de Mitilene, que visité una primavera. Esta plasticidad se te hacia evidente: las buganvillas rojas, las flores silvestres, los olivos plateados, el mar de un azul intenso. Mitilene es la patria de Safo. Pero, sobre todo, es la actual la que me gustó. Me recuerda un poco la Costa Brava antes de que la destruyeran.

—Su interés por la música, que ya manifestó en Viola d'amore, surge de nuevo aquí: el violinista protagonista recuerda al que aparecía en aquella novela...
—Es que es el mismo, el mismo músico enamoradizo que también era hijo de la casa solariega de Les Closes, ahora transpuesto a este relato. Siento en efecto pasión por la música. Mi hermana dirige una coral importante, tengo un primo en Barcelona que es organista en la catedral y yo también toco un poco el piano, pero muy mal.

–La muerte también esta presente en el libro, como contrapunto al amor...
—Sí. Mi primera idea surgió de un poema del italiano Corrado Govoni. Pensé al principio en hacer una novela policíaca. Pero en seguida lo descarté, porqué no es mi estilo. Más tarde, cuando conocí Mitilene, vi que tenia que escribir sobre aquel lugar.

—Qué nivel tiene la literatura griega actual?
—Es una literatura excelente, pero desconocida aquí. Que hayan salido de allí dos premios Nobel, Seferis y Elitis, ya es elocuente.

—Algún crítico ha visto en su obra la influencia de Henry James. Está de acuerdo?
—Quizá, sin quererlo, me influyó un poco Los papeles de Aspern, aunque la historia es completamente diferente. Conocí tarde a Henry James, pero me interesa mucho. Especialmente su obra La figura en la alfombra, que hablaba sobre la crítica. Pero quizá el autor que más me haya influido sea Giorgio Bassani. Y también otros poetas italianos.

(Rosa Maria Piñol. La Vanguardia, 19 de gener de 1990)